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El.Pistacho.Veloz

Franco friendo espárragos

Franco friendo espárragos

"Y traerán prendidas cinco rosas, las flechas de mi haz..."

Cara al sol, el yugo y las flechas... Símbolos del pasado que hoy en España se están olvidando rápidamente. El aniversario de la muerte de Franco, treinta años después, no deja un día en el que aparte de los periódicos, nadie parece haberse dado cuenta en este país. Como alguien recordaba en la prensa, hoy en día la propaganda franquista y las imágenes de aquellos fascistoides que gobernaron España desde 1939 hasta 1975, tras haber suprimido un gobierno, (sí, con muchos problemas, pero) constitucional y democrático.

Estos días recordamos como los chilenos y los peruanos reviven las tragedias de sus dictaduras con los respectivos juicios de sus dictadores. España nunca pudo juzgar a Franco, que hubiera merecido sufrir sus últimos días y aceptar que su propio tiempo presente lo pusiera en su lugar: el banquillo de los criminales.

 

4 comentarios

litos -

Lo peor no es no haber podido juzgar al líder de la manada. Lo peor es que los otros perros sigan campando a sus anchas, y que algunos de ellos sigan mandando. Vamos, que Fraga no fuera inhabilitado para ejercer la política hace 30 años, o 20, o 10, es realemnte preocupante, con los antecedentes que se gasta...

fabiola -

mijo: el juicio a los tiranos es siempre una gran parodia digna de que chaplin se levante de entre los muertos y la interprete. Yo me rio de estos juicios, aunque me sabria muy mal ver a pinochet sentado tranquilo en su casa robada, con sus millones robados y su mala casta perteneciendo al jet set criolllo, navegando por aguas internacionales, mismas aguas que vieron arrojar los miles de cuerpos que su padre mando asesinar.

molleja -

Los chilenos, los peruanos y ...¡ los argentinos también! pistacho.(Mal que nos pese, Videla y compañia)
Saludos.

nomeacuerdo -

Hay días que pienso igual que usted, y hay otros, como este domingo leyendo a Javier Cercas, un señor con el que nunca coincido, en que pienso totalmente lo contrario. Venía a decir, pronto y mal, que los grandes ideales como la libertad, la justicia, la democracia, son incompatibles entre sí, y que si queríamos libertad, teníamos que renunciar a la justicia. Y eso.