13 Kottatartók

Necesitábamos trece kottatartós antes de media hora y me devolvió la confianza en el mundo que hubiera alguien dispuesto a conseguir misiones imposibles como esas. Hace falta gente que te diga: Sí y que no agache las orejas cada vez que hay que hacer algo. El que hace las cosas se da cuenta que al final no eran tan difíciles.

El viernes me ofrecieron ir de putas. El domingo visité el Palacio de Ceaucescu. El sentimiento que tuve debe ser parecido a si hubiera ido de putas: meterte allí dentro sin dejar de pensar que no debería de haber ocurrido nada de aquello.