Donde se cuenta la desgraciada aventura que se topó Don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses
"Sábete, amigo Sancho, respondió Don Quijote, que la vida de caballero andante está sujeta a mil peligros y desventuras, y ni más ni menos está en potencia propincua de ser los caballeros andantes reyes y emperadores" (Capítulo XV).
Habiéndonoslo currado para encontrar gambas y mariscos congelados en este país sin mar, nos dirigimos a casa de Estrella para cumplir la palabra de todo Caballero Andante: hacer una paella de marisco.
Mal rayo me parta si en la Luna existen las paellas. Se me entienda con esta aseveración que no hay santo varón en esta tierra que tenga una junto al fogón (no obstante, en el mercado de abastos es posible encontrar una por 30-35 reales).
De modo que hube de guisar todo en varios potes: una marmita, otra especie de puchero hondo y un perol de horno.
En esto eché el arroz y dejélo cociéndose, salimos a la terraza un rato y los selenitas se metieron en la cocina y empezaron a toquetear la paella. Añadieron ajo (habiéndolo yo olvidado) y pimienta negra a saco.
La paella quedó muy buena, pero picante.
No pudieron evitarlo: a fé mía que está en su cultura añadir picante a todo guiso.
Y no porque sean malos cristianos.
Es como si yo echo aceite de oliva a cualquier cosa... así que lo comprendí.
Habiéndonoslo currado para encontrar gambas y mariscos congelados en este país sin mar, nos dirigimos a casa de Estrella para cumplir la palabra de todo Caballero Andante: hacer una paella de marisco.
Mal rayo me parta si en la Luna existen las paellas. Se me entienda con esta aseveración que no hay santo varón en esta tierra que tenga una junto al fogón (no obstante, en el mercado de abastos es posible encontrar una por 30-35 reales).
De modo que hube de guisar todo en varios potes: una marmita, otra especie de puchero hondo y un perol de horno.
En esto eché el arroz y dejélo cociéndose, salimos a la terraza un rato y los selenitas se metieron en la cocina y empezaron a toquetear la paella. Añadieron ajo (habiéndolo yo olvidado) y pimienta negra a saco.
La paella quedó muy buena, pero picante.
No pudieron evitarlo: a fé mía que está en su cultura añadir picante a todo guiso.
Y no porque sean malos cristianos.
Es como si yo echo aceite de oliva a cualquier cosa... así que lo comprendí.
4 comentarios
Pistacho No me jodas -
odiolitos -
sabelilla -
Me gustó esta visita. Y me gustó también la tuya.
Nos seguimos "viendo"
Un beso
Okok-Sedienta -
Jejeje, paella decía que era ;-D