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El.Pistacho.Veloz

El Juego (arte en Córdoba II)

El Juego (arte en Córdoba II)

La iniciativa de dos artistas argentinos, los hermanos Gamboa, también iluminó las calles de Córdoba en los últimos tiempos. Un juego, El Juego, que denuncia la dramática llegada masiva de inmigrantes a las costas andaluzas y las aventuras y dificultades africanas en la península.

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Añado para los amantes de la ciudad, especialmente a ese fumador y cafetero que busca a los vecinos detrás de los ladridos de los perros, que el Puente Romano se encuentra, a la vez que la Puerta del Puente (o Arco del Triunfo), completamente en obras de restauración y consolidación. Andaba yo con Andrea por allí la otra noche, hace como cinco días, cuando de pronto sentí los pies de Andrea entrecruzándose con los míos, y ella sintió lo mismo, pero ninguno estábamos caídos en el suelo, de modo que no era posible. Fue un gato que pasó corriendo, salido de nosedonde, un gato que nos pegó el primer susto de muerte de la noche.

En Construcción sigue el Palacio de Congresos y otras muchas cosillas de la ciudad también.

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El segundo susto de muerte nos lo pegaron en las Tendillas, comiendo un helado, no en David Rico, sino en la otra heladería (la que pilla cerca del viejo Bingo, la que va hacia la plaza de la Compañía). Estando allí bebiendo un ron, porque todos los demás bares estaban cerrados, llegó una familia de gitanos. Gitanos de esos que la gente llama calentitos, gitanos guapeaos, armando jaleo, que aparcaron el coche de cualquier manera con un frenazo, se bajaron de él el ciento y la madre y con un chiquillo.

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De repente un golpetazo metálico sonó en la mesa, entre Andrea y yo. Si el mismo golpetazo cae en la linda cabecita de mi amiga, la deja más loca de lo que está. Nos quedamos perplejos y yo con el dedo busqué la abolladura que en la mesa quedó marcada por el golpe. Pero, ¿qué la había golpeado?. El camarero nos miraba sin moverse, pero con comprensión. Resultó que el chiquillo gitano, justo al llegar, había lanzado una moneda al aire tan fuerte como pudo. La moneda nos cayó encima casi escalabrándonos. Y el camarero un poco más tarde nos dijo: "Y ahora ve tú, y dile algo al niño".

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Desde luego, que arte hay en Córdoba, incluso pa una noche de finales de julio, casi sin gente y a 39 grados.

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