Zöldség - Diálogo en la verdulería galáctica
12,45 Entro en la Verdulería Calle Abajo.
-Buenos días.
-Buenas noches, señora.
-A mandar.
-Póngame cinco ajos.
-¿Va bien la bolsa entera?
-Bien será (Jó lész). -(Lo digo viendo que los dientes de ajo son enormes)-
-Eso son trescientos...
-Querría también eso.
-¿Patatas?.
-Pero no patatas, sino eso.
-No hay cebollas, está no está buena.
-Bueno, entonces póngame cinco pimientos, pero pimientos dulces.
-Tenemos estos pimientos dulces o estos otros.
(Miro. Las dos cajas tienen pimientos exactamente iguales.)
-Quiero esos. Y también quiero una zanahoria.
-Son 729. - Le entrego un billete de mil.
-Creo que... - Busco hasta encontrar las 30 del pico.- Tengo 30.
-Hasta la vista.
-Hasta la vista.
La situación embarazosa viene cuando tengo que entrar en la verdulería de una calle más arriba para comprar cebollas, con una bolsa transparente perteneciente a la verdulería de la que vengo.
12:57. Entro en la Verdulería Calle Arriba, donde una niña ayuda a la viejecita propietaria.
-Hola buenos días.
-(Silencio)- La niña y la abuela miran la bolsa, que yo me esfuerzo por ocultar tras mi cuerpo. Comienzo a coger cebollas. Son pequeñas, cojo una, dos, tres, cinco cebollas. La niña coge una bolsa y la abre con sus manos dirigiéndola hacia mí. Pongo las cinco cebollas dentro.
-Muchas gracias.
-Son 57.- Se las doy.
-Hasta la vista.-Digo, mientras la niña y la abuela escudriñan la otra bolsa con la mirada para saber qué he comprado exactamente en la otra verdulería, y luego me miran inquisitorialmente demandándome con esa mirada por qué he comprado las otras verduras en la otra verdulería y sólo les compró a ellas las cebollas. Además, la niña, que por su edad es más cruel, piensa, y ¿cómo tienes la vergüenza de entrar en esta verdulería con una bolsa de verduras procedentes de otras verdulerías?.
Yo salgo rápido de la tienda y desaparezco hacia mi madriguera, cuanto antes.
Anexo I: Anuncio de Patatas de Rocco Sifredi.
Anexo II: New flavours of Sprite.
1 comentario
Okok -
Si estoy varios días sin comprarles nada, me acosan. Han llegado a pararme yendo en bici, poniéndose en medio de la calle, recordándome que mi hijo lleva días sin comer fruta.