En la farmacia, ayer.
Entro en la farmacia. Bueno, en realidad, no.
En realidad la cola llega hasta la puerta, de modo que me sitúo justamente en la puerta, digamos frente a las espaldas del último maromo que espera en la cola. Observo a la gente de la cola, gente joven, mujeres maduritas, hombrecillos con bigote, chica con pelo corto tipo madrileña, vamos, todo normal. Mis capacidades de observación alcanzan una máquina de agua situada a la derecha, tres clientes más adelante en la cola. La máquina está pensada para quienes tienen que consumir su medicina urgentemente allí mismo en la farmacia, claro... pero hoy ¡hace tanto calor! Bueno, nadie aprovecha para beber, pero la miro, espero que la cola avance y me echo un par de vasitos.
En esta farmacia hay que pedir, pagar y recibir un recibito en una de estas dos ventanillas y después marchar a la otra mitad de la tienda con el ticket para que te den la solución correspondiente a tu enfermedad. Llego a la ventanilla.
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-Buenos días, quisiera pagar con tarjeta. Querría algo con paracetamol y una grande caja de NeoCitran.
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-(traducción simultánea) Estimado cliente, le rogamos que se lea los cartelitos, que seguramente están por toda la tienda, pero usted es un extranjero que aún no se ha molestado en tomar clases de lengua, donde explica que en esta farmacia cada un cliente tiene que hacer cola para pedir un artículo, de tal modo y manera que si su deseo fuese pedir un segundo artículo (póngase la grande caja de NeoCitran) deberá asumir una segunda espera en la cola de clientes. Esta norma posiblemente venga de los tiempos del racionamiento o porque tenemos prisa, o no tenemos ganas de vender, o por putas ganas de cachondeo con el personal, pero usted "alla donde fuera, haga lo que viera", así que buenamente elija entre el paracetamol o lo del resfriado.
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-Bueno, entonces el paracetamol.
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-Son cuatrocientas y pico. Y en esta caja no se puede pagar con tarjeta, eso era en la otra cola (léase los cartelitos, hombre de dios).
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-Vale. Muchas gracias. Hasta luego, buenos días.
2 comentarios
El Aldeano -
el hombre tranquilo -