Contigo me sobran las cucharas (poema de amor)
En septiembre de 1683 las tropas del Imperio Otomano desistían de su asedio a Viena, abandonando en sus campamentos una gran cantidad de un extraño polvo oscuro almacenado en sacos y sacos que los vieneses no sabían como utilizar. Comida para camellos pensaban que era.
Un empresario armenio residente en Viena, Johannes Diodato, compró por poco dinero todos estos sacos. Él abrió la primera cafetería en Viena ("La botella azul"). De aquí viene la creación del croissant, que el gremio de panaderos creó a imitación de la media luna del ejército turco derrotado, de modo que los vieneses se comían esta media luna turca con el café, creando una nueva moda que pronto se extendió a los cafés de París, donde las señoras ricas le añadieron azúcar (ya que en su origen musulmán se bebía negro). Más información, aquí.
Hoy, mientras bebéis ese café, con leche, con azúcar, descafeinado, cortado, manchado, doble, corto, largo, americano, italiano, capuccino, irlandés, con "una nube de leche", con coñac o como os de la gana... pensad en la historia de cómo el café, las medialunas y las modas derivadas que consideramos tan europeas (el café o té de sobremesa, el bollito con el café, el desayuno...) en realidad hay que agradecérselas a Turquía.
Otro día hablamos de por qué la tortilla no es tan ibérica como creemos. Y de por qué da igual que te sirvan el café con tenedor.
3 comentarios
pedro -
No sé si la historia es cierta, pero sí, que al menos tiene más merecimientos y curiosidad, que lo de la media luna otomana. Al menos, tiene su miga.
nomeacuerdo -
eserts -
Gracias Pistachoasán