La empanada del criollo
Vaya empanada que llevo por la vida. Esto ocurrió este verano, allí donde el reloj.
Acabo de ir aquí al lado, a “El Criollo”, famoso por sus empanadas de espinaca en todo el barrio de Gracia. Alli estaba Sebas que había bajado a comer algo. Yo aún nunca había comido allí una empanada. Los dueños del lugar deben deben ser latinoamericanos, por el nombre.
Tenía un hambre canina y empecé a preguntar por todo y por los dulces argentinos y el paquete de rodajas de banana secas, típico ecuatoriano.
Jose me esperaba para comer. Pensé que una empanada sería comida suficiente para los dos. Le pedí a la chica una empanada:
-Quiero una empanada de espinacas COMPLETA.
-¿Se la caliento?
-Si, por favor.
De dónde yo vengo una empanada mide algo así como 40x60 centímetros.
Miré la carta, estaba escrito:
“Si te llevas una pizza familiar, te damos dos refrescos de regalo.
Si te llevas doce empanadas, te damos de regalo una botella de vino”.
Miré a Sebas y le dije chistoso:
-Pero, ¿quién compra doce empanadas?- me parecía muchísima comida.
Según mis cálculos doce empanadas representaban algo así como una sola empanada de 4’80x7’20 metros llenos de espinacas, tomate, atún, etc…
Sebas me explicó que una empanada en aquel lugar era mucho más pequeña, como lo que yo hubiera llamado una empanadilla. En ese momento miré a la barra y había un platito esperándome. Era pequeño: Todo indicaba que aquello debía ser mi empanada de espinacas. Supuse que la camarera ecuatoriana ya había calentado la empanada y podía comérmela. Así que comencé a devorarla.
La chica bajita, morena y con un vestidito rosa y discreto, como ella, no sé por qué me miraba de reojo mientras yo devoraba con avidez el contenido del plato.
Mientras, Sebas observaba los productos de la tienda hasta elegir una botella de vino tinto cabernet, un Trapiche del 2003 de Mendoza (Argentina). Entonces la chica colocó justo delante mía en la barra un platito con una especie de hojaldre redondo. Era indudablemente para mí. Vistas las ofertas y regalillos de la casa y, teniendo en cuenta que yo había pedido una pizza familiar, pensé que aquel hojaldre era el regalo correspondiente por una pizza familiar. Quizá yo había batido la cantidad mínima de euros para gozar de uno de aquellos dulces argentinos. En ese caso, dispuesto a comérmelo inmediatamente, quise saber qué clase de exquisitez estaba a punto de engullir.
-¿Qué es esto?,- pregunté a la camarera.
-Esto es la empanada.-respondió.
Miré el hojaldre circular, miré mis manos entre las cuales estaba la supuesta empanada a medio comer. Pero si lo del plato era la empanada, entonces … ¿qué estaba entre mis manos a medio comer?
Efectivamente, pensé, aquello que cogí de la barra no estaba realmente caliente y conforme me lo comía me pregunté donde estarían las espinacas. Pero como estaba muy bueno (queso, jamón y tomate en una brioche), no me interrogué demasiado.
-Entonces… ¿esto qué es?.- Y la chica me respondió que eso era un bocadillo que había allí en la barra para adornar, básicamente. De ahí que estuviera recubierto de plástico, no tuviera aspecto de empanada, no estuviera caliente y no tuviera espinacas dentro.
Pagué el bocadillo, la verdadera empanada y la pizza familiar, y Sebas y yo nos marchamos del lugar. Eso sí, antes de salir advertí a la chica del peligro de dejar cosas sobre la barra, estando yo cerca.
Por alguna razón, hay un amigo que me llama el hombre con hambre.
3 comentarios
Okok -
Curiosidad: desde esta plaza se dan las campanadas de nochevieja para TV3 algunos años ;-)
Pistacho -
¿Cómo se dice plaza del reloj en catalán?
okok -
Eres un sinfin de bucles, Pistacho_Criollo